viernes, 1 de febrero de 2013


Sueños de Merce…
Rebeca Becerra

La producción en el género teatral en Honduras ha sido exigua comparada con los demás géneros literarios, pero más escaso son aún las mujeres que han incursionado en la escritura teatral, es indudable que Mercedes Agurcia Membreño tiene un lugar privilegiado como dramaturga en la historia de la literatura hondureña. Polifacética, amante del arte, emprendedora, sin límites en el actuar, en el pensar y en el escribir; creó y adaptó obras independientemente de la crítica y del alejamiento en la que se la mantuvo y actualmente se le mantiene.

En algunas de sus obras se evidencia la facilidad creativa de pasar del costumbrismo a la fantasía, en esta recopilación se demuestra ese contraste. La primera obra Cosas del siglo pasado, los personajes atraviesan peripecias sutilmente relacionadas con la situación de inestabilidad política que atravesó nuestro país en el siglo XIX, la cual afectó la tranquilidad de la vida cotidiana. Cosas de siglo pasado, es un recordar para tratar de olvidar; de manera irónica, crítica y humorística, un pasado del cual aún sufrimos las consecuencias. La obra escrita a mediados del siglo XX abre un espacio para que los personajes femeninos sean las protagonistas, víctimas, pero también a través de Eloísa, emancipadoras, capaces de romper, de enfrentar y cambiar la realidad; reflejo indudable de los espacios y derechos que la mujer hondureña empezaba a ocupar durante esa época.

Las siguientes tres obras que conforman este libro El cazador furtivo, Jardín escondido y La princesita flor azul, escritas para el público infantil les antecede las palabras fantasía y/o musical. Dentro de esa figura polifacética Mercedes fue pianista y arreglista; la fantasía como género literario de ficción se caracteriza porque utiliza la magia y hechos o personajes sobrenaturales; igualmente como argumento, temática o atmósfera. La fantasía nos permite alejarnos de la realidad y penetrar por puertas que “Merce” supo abrir con su teatro infantil primero en Costa Rica por 18 años y luego en Honduras por 19 años. Sin embargo la fantasía es también una forma musical que se caracteriza por la libertad de improvisación y capacidad imaginativa, es decir es un juego lúdico que Mercedes también supo integrar a las obras de teatro infantil por su formación musical, de ahí las palabras fantasías musicales, que le permitían la libertad de la improvisación y no cargar con un texto rígido que contuviera la expresividad; lo musical ligado a la danza, al baile y al canto convierte sus obras en espectáculos encadenados con diversas expresiones artísticas. No olvidemos que el teatro puede tomar otras formas como el ballet, el mimo y la pantomima, la ópera, etc.

Esto no indica que sus obras infantiles carezcan de una estructura formal y de los principales elementos de un guión teatral. Muchos aspectos se pueden analizar en las obras de “Merce” como algunos de los mencionados anteriormente, o como para citar otro ejemplo en la obra El cazador furtivo, el intrépido personaje de Heyky, una niña que es capaz de emprender el viaje de la ensoñación a través de la materia: las montañas, la neblina, los animales como lo haría un poeta, pero también de tomar una escopeta y defender esa ensoñación. Hay valores escondidos entre los parlamentos: el amor, la valentía, la esperanza, la bondad; valores que a pesar del tiempo y las caretas que queramos inventarles permanecen y son válidos. Los argumentos, los parlamentos, los finales catárticos o felices, son otros elementos de análisis.

Si analizamos por ejemplo por qué recurrió a la adaptación de obras de la literatura occidental y oriental como Caperucita, Aladino y La lámpara maravillosa, Blanca Nieves y los siete enanos, o escribió sus obras infantiles cargados de elementos de esta misma literatura como hadas, príncipes, princesas, etc. relatos que también tienen sus raíces en la literatura oral; podemos decir que los que amamos la lectura hemos soñado con estas historias y que hubiera sido imposible que escaparán de sus manos soñadoras. O que en Honduras el aparecimiento de una literatura propiamente “infantil” no se comienza a afianzar hasta los años 80, es decir no había material posiblemente “adaptable”, igualmente le podemos reprochar por qué no adaptó obras infantiles latinoamericanas como de Miguel Ángel Asturias, José Martí, para mencionar algunos autores; sin embargo en sus obras costumbristas rescata aspectos de la vida campesina a través del lenguaje, expresiones, situaciones; tampoco podemos poner en duda su capacidad como artista y su actitud de entrega al arte, definitivamente ejemplarizante; formadora de generaciones de espíritus inquietos que como Isidro España teatrista y dramaturgo y Norma Zambrana balletista y directora de la Escuela Nacional de Danza, entre otras y otros, han sabido entender y aprehenderse de su sueño.

Hay que comprender su obra enmarcada en un contexto histórico, en sus influencias, su formación, su manera de pensar y ver el mundo, su procedencia social, su idea sobre el teatro infantil, su público, etc.

En vida Merce, como le llamaban sus alumnos y alumnas, publicó un libro donde compila varias obras de teatro escolar, llamado Tirantes azules. En el año 2008, durante el gobierno de Manuel Zelaya Rosales, donde fungía como Secretario de Cultura, Artes y Deportes-SCAD el Dr. Rodolfo Pastor Fasquelle, y mi persona como Directora General del Libro y el Documento se propusieron y abrieron nuevas colecciones con el sello de la Editorial Cultura de la SCAD, una de ellas fue la Colección Teatro y Cine, que pretendía sistematizar aquellas creaciones inéditas (guiones de teatro y cine) de autoras y autores hondureños y extranjeros dedicados al país, pero el nefasto golpe de Estado de junio del 2009 acabó con el proyecto editorial.

Con esta publicación la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes y la Dirección General del Libro y el Documento abre una nueva colección denominada Teatro y cine, con la finalidad de poder rescatar y difundir los textos teatrales y cinematográficos de nuestros autores y autoras nacionales como un aporte para acrecentar nuestra bibliografía nacional y brindar material accesible de estos géneros para los investigadores y lectores; para rescatar la memoria escrita que no ha sido difundida.

Homenaje a Mercedes Agurcia Membreño
Tegucigalpa M.D.C.
Leído en el Teatro Nacional
“Manuel Bonilla”


Entre la palabra y el ser: Amanda Castro

Rebeca Becerra
20 de marzo de 2010
Texto leído en el homenaje realizado  en el
Teatro Nacional Manuel Bonilla
antes de su sepelio.

Dice —Octavio Paz en su libro El mono gramático— “que el poeta no es el que nombra las cosas, sino el que disuelve sus nombres… descubre que las cosas no tienen nombre y que los nombres con que las llamamos no son suyos”.

Las cosas ya están nombradas cuando despertamos a la vida y quedan nombradas al momento de nuestra partida.

Entre las cosas y sus nombres se nueve el/la poeta, es decir entre la palabra que se nos da-impone y la realidad que experimentamos, pero que también se nos impone. Entre el lenguaje impuesto y la realidad que se sujeta y funde con el lenguaje, el/la poeta consciente de que lo nombrado puede estar errado, ya no disuelve, como dice Paz los nombres, sino los transgrede; sin embargo antes de la transgresión el/la poeta tiene que hacer suya la palabra y la realidad; compromiso lingüístico versus compromiso social-político-cultural.

Transgredir entonces viene a ser el ser como queremos que sea y no como nos imponen ser a través de la palabra. Tomar la palabra y transgredirla, tomarla desde todas sus aristas, darle vuelta, replantearla, o plantearla desde una perspectiva única da como resultado una voz única; pero replantear la palabra desde el punto de vista de la poesía de Amanda Castro, requiere recobrar elementos perdidos, o hacer nuestros elementos que, no fueron nombrados para las mujeres sino para los hombres. Estamos hablando de realizar un viaje utilizando la palabra para encontrar nuestro propio cuerpo, nuestros propios placeres, nuestro propio erotismo, ir al encuentro de nosotras mismas usando como medio la palabra y luego partir hacia fuera, hacia esa realidad que nos permite tener un compromiso, una ideología y las creencias que consideramos acorde con nuestro proyecto de vida/muerte y obra, y no las que nos imponen por tradición (patriarcal diría Amanda) sino aquellas que nos brindan las herramientas para hacer el viaje. Es entonces el/la poeta un/una viajera entre el lenguaje y la realidad; una viajera que construye y transita sus propias calles.

La poesía y la narrativa de Amanda Castro es en este sentido, dentro de la literatura hondureña, es una propuesta que transgrede no solamente el lenguaje sino que la poeta, consciente, hace de su vida lo que dicen sus palabras, es decir la ejecución del lenguaje es su manera de ser, de vivir y de pensar; pero también es una manera de darle vos a las que a través de la imposición de la palabra han sido censuradas, cercenadas, de ahí que en su poesía hable la Patria o como decía ella la Matria, la madre del desaparecido, la amiga, la compañera, la novia, la amante. Mientras Amanda da voz a las mujeres, la figura masculina tratada en sus poemas solamente pueden hablar a través de la voz poética, la voz de la mujer, a través de la poeta que ha tomado sin tapujos la palabra.

No hay fuerza más poderosa que la fuerza de la palabra. Consciente Amanda de esta fuerza, la acompaña en su viaje el reencuentro con nuestra cultura indígena, con nuestros ancestros; no olvidemos que en el Popel Vuh el mundo, los animales y los seres humanos surgen de la palabra misma. Esta concepción indígena mesoamericana, es incorporada por Amanda en su libro Onironautas, pero además la poeta llega a la conclusión que el/la poeta es el/la shaman/a de la palabra. Este regresar a lo nuestro es parte del viaje que se plantea la poeta, un viaje hacia el pasado para encontrar los elementos que le permitan continuar en el presente y en el fututo. Entonces como ella misma lo expresa “la poesía es un acto de chamanismo”. Para los creadores la creación se convierte en un acto ritual, de ahí que nuestra religión no sea más que el producto de esa creación que ha transformado nuestras vidas y en el caso de Amanda incide en la vida de otros/otras. El shaman o la Shamana es un mediador/a entre lo terrestre y lo divino, entre la vida y la muerte, entre el mundo y la espiritualidad, entre lo alto y lo bajo; es el o la portador/a de una actividad introspectiva intensa que le ayuda a permanecer dentro de un espacio ritual de fuerzas espirituales. Es quien manipula el lenguaje y esto le permite decir y ser escuchada o escuchado. 

No podemos negar que Amanda, su vida/muerte y obra, son una fusión que pocas escritoras hondureñas han podido lograr en una vasta producción de acciones/emociones como Clementina Suárez por ejemplo.

Escribir para Amanda Castro era respirar ese aire que al mismo tiempo la asfixiaba, no dudo que la palabra la aferraba a la vida y que pudo a través del lenguaje burlar la muerte. Dice Amanda en una entrevista que le realizó Salvador Madrid: he escrito para adelantarme a la muerte, para salirle al paso, reconstruyendo con símbolos mis pulmones hechos pedazos y estas ansias de vivir y de hacer cosas, habitada de palabras.  Poemas de catarsis que sin reparar tejidos devuelven a mis manos, con las plumas la esperanza”.

Amanda no se aferraba a la vida sino al lenguaje que la conducía a la vida para ultrajar la muerte.

Su trabajo como creadora no tuvo límites, pues al ser dueña de la palabra y construir su propio espacio ritual, era dueña de sus acciones “verme directamente al espejo -dice Amanda- fue soltar cualquier tipo de vergüenza cultural o religiosa que me había impedido, hasta entonces, vivir en paz conmigo misma”. Amanda entonces parte con la seguridad en su sonrisa que se ha liberado de las ataduras culturales y religiosas impuestas por la sociedad. Es la mujer auto-redimida a través de la palabra, la que buscó dejar de ser víctima y convertirse en protagonista de su destino; una lucha de años interior y exterior, que la convirtió en la mujer casada con la mujer, la mujer/patria/poesía/dolor/esperanza; la mujer simplemente mujer.

Amanda con su voz de mujer grande, de alma grande, de amor grande, de amor propio y de propio amor. Amanda con tus sueños grandes.

Te recordamos Amanda con tu sonrisa ancha y estos minutos que te hacen florecer.  
QUERIDA AMANDA MATRIA (como lo dirías vos) O MUERTE, HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.