lunes, 12 de marzo de 2012

El lenguaje como estrategia en la lucha 2011


El
   lenguaje como estrategia en le lucha


           
Rebeca Becerra

Tegucigalpa 07 de marzo de 2011


El proceso de lucha que afanosamente llevamos a cabo debe acarrearnos no solamente al encuentro de nuevas estrategias que nos ayuden a vigorizar y consolidar los asuntos que tienen que ver con la formación, capacitación, organización, etc., de todas aquellas personas que formamos parte del Frente Nacional de Resistencia Popular; sino también a teorizar sobre la manera de renovarnos, en este caso, en un lenguaje acorde a nuestros objetivos y al gran logro que se alcanzó en la Primera Asamblea Nacional del Frente Nacional de Resistencia Popular, la UNIDAD.
Por qué no comenzamos con formas simples que nos ayuden a ir tejiendo en la medida de lo posible, una cadena de términos que hagamos propios a nuestra lucha o buscar los apropiados para identificarnos; y que otros y otras se identifiquen con esta gesta que enarbola la bandera de lucha de la UNIDAD y de la PAZ.
Un lenguaje que aporte a la estrategia, un lenguaje que forme parte de la estrategia, un lenguaje también estratégico. Esta renovación del lenguaje no implica necesariamente renunciar a nuestros sueños u objetivos, esos ya los tenemos más que claros y definidos.
Pretendemos romper con viejos cánones dictados por los partidos tradicionales conservadores, pero también con aquellos dictados por una izquierda recula, sectaria y arcaica. He leído algunos comunicados del FNRP, escritos de organizaciones que integran el FNRP, asimismo he escuchado hablar a amigos y amigas con un discurso que pese a su clara y comprometida posición no ha variado en su forma y contenido, más en su forma, de aquel que en las décadas de los años 70s y 80s acaloraba las reuniones, las marchas, etc., y llenaba los papeles con la tinta de esténcil e impresos en el mimeógrafo. Los veo yo como pequeñas cápsulas, burbujas que el aire las mueve a su antojo. Por supuesto hay excepciones.
En algún reciente comunicado del Frente leí que hay que integrar cuanto antes las mesas de trabajo, en otros comunicados se entiende por mesas sectoriales y se desglosan una serie de mesas: agrarias, mesas comunitaria, mesa obrero sindical, mesa educativa, mesa de salud, de seguridad laboral, cuyo trabajo sirva de insumo para la elaboración del programa de gobierno de la Resistencia Popular y para que sirva para la estructura para la nueva Constitución. Por cierto la mesa de Cultura ni siquiera se menciona, pero se sobreentiende que está integrada a la secuencia de los puntos suspensivos o en otros casos a los etcéteras; no debería omitirse, tampoco sobreentenderse.
Por qué no denominarlas MESAS DE LA UNIDAD y no mesas sectoriales o de trabajo; en vez de Mesa del Sector Indígena mejor y más agradable decir  Mesa de la Unidad Étnica. En vez de Mesa del Sector Cultura, mejor Mesa de la Unidad Cultural y/o Mesa de la Unidad de la Cultura y/ o Mesa de la Unidad Artística. En vez de Mesa Obrero-Sindical, Mesa de la Unidad Obrero-Sindical.

Entendemos de hecho que la palabra sector represente o signifique cada una de las partes de una colectividad, grupo o conjunto que tienen características peculiares y diferenciadas. Pero dentro de esa gama de partes buscamos la unidad, principalmente la unidad de criterios.
Un discurso, debe de ir acompañado de un lenguaje que pueda ser llevado a varios planos incluyendo el plano artístico, tal vez sea mucho pedir, o quizás sea una limitante, no pretendo limitar, sino cavilar.
Los pueblos indígenas, garífunas y misquitos son poseedores de un lenguaje rico en sabidurías ancestral; igual el pueblo mestizo a través de sus saberes tradicionales como los refranes, los dichos, las bombas, los piropos; por qué no tomamos toda esta gama de estructuras tradicionales del lenguaje oral, que al mismo tiempo estaríamos re-valorizando, y creamos nuestras propias consignas a partir de ellos como una manera de identificación con nuestro pueblo, pueblo. Bien sabemos que hay consignas que a estas alturas ya son en su uso de carácter universal como “El pueblo unido jamás será vencido” por ejemplo. Sin embargo, también tenemos derecho a proponer. Necesitamos nuevas formas propositivas que nazcan del pueblo.
Encontrar textos que se pueden adaptar o por qué no crear y luego  traducir a las diferentes lenguas que se hablan en el país y formar parte de las consignas en las luchas cotidianas. Por supuesto otros y otras tendrán una mejor imaginación que la mía, la imaginación del pueblo no tiene límites. 

Necesitamos un lenguaje que sirva para contrarrestar los embates de lo que la oligarquía entiende por cultura; la cual desde este punto de vista solamente mina en todo sentido cualquier esfuerzo por la valorización de la verdadera cultura imponiendo una a favor de sus intereses económicos y necesidades de divertimento. 
Ahora bien las condiciones políticas en las que nos movemos como individuos tienden a limitar o enriquecer la manera de expresarnos, a veces utilizando una terminología desfasada que en vez de reforzar los sentimientos patrióticos en cuanto a la lucha, lo deterioran porque limitan las formas de expresión, contribuye de manera indirecta al sectarismo y al dogmatismo; de ahí que los discursos a veces sean adustos y repetitivos. El lenguaje es movimiento y hay que darle espacio para que pueda andar y crear, obedece a las leyes de la dialéctica, es un río que fluye y no deja ni dejará de hacerlo. No podemos detener ese fluir con el uso de una terminología caduca, que en vez de acercarnos a un proceso de renovación nos alejan de él.

La renovación de este lenguaje debería de darse de forma espontánea desde las bases que son las creadoras, las que enriquecen con su arte las luchas por la liberación, ejemplo de ello es el pueblo cubano, que ha sabido dirigir su creatividad apuntando certeramente a una revolución que hoy se mantiene en pie. Pero también pueden ser orientadas a partir de estrategias políticas bien estructuradas que giren en torno a toda un gran estrategia de lucha; recíprocamente la revolución cubana ha sabido devolver a ese pueblo creador el apoyo y los insumos necesarios para mantener desde el punto de vista de la creatividad una revolución que sin el aliento del arte y la creatividad seguramente se hubiera tambaleado o perdido fuerza. 

El discurso debe transformarse a la par de las ideologías, edificarse continuamente; no es una cadena rígida de enunciados los cuales estamos obligados a repetir. El ser humano es sujeto, pero a la vez objeto de cambios, es el que crea y recrea formas de significación sean estas con objetivos literarios, ideológicos o simples formas de comunicación.

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