viernes, 30 de marzo de 2012

Las puertas del paraíso de Jerzy Andrzejeswski


Las puertas del paraíso de Jerzy Andrzejewski
Rebeca Becerra
PUBLICADO EN:
Caxa Real, Revista Histórico-Literaria de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, No. 49-No. 50, abril-mayo de 2007, Tegucigalpa, Honduras.

Guaraluna: Revista digital  de literatura y humanidades. Honduras. Noviembre de 2006.


Dos son los autores que han llevado a la literatura la leyenda sobre la expedición de cruzadas infantiles del año de 1212,  Marcel Schwob (Chaville, 1867-París, 1905) con su libro La cruzada de los niños (1896), el cual “constituye una joya de la literatura universal. Mediante una polifonía de voces (ocho monólogos) se describirá la aciaga suerte de dos columnas de niños que, alentados por las fogosas prédicas de monjes goliardos, partieron en el siglo XIII de Flandes, el norte de Alemania y Francia hacia Jerusalén para liberar el Santo Sepulcro. Su fe e inocencia eran sus únicas armas. Una de las columnas zarparía desde Génova, perdiéndose los barcos en una tempestad. La otra saldría de Marsella para arribar a Alejandría, donde los niños serán asesinados, vendidos como esclavos o destinados a harenes y burdeles. Esta disposición narrativa —una suerte de anticipo de las técnicas de la denominada historia oral— tenía su antecedente en el poema narrativo The Ring and the Book (1868) de Robert Browning”[1]. Según Borges en el prólogo a La cruzada de los niños de Schwob, éste “aplicó a la tarea el método analítico de Robert Browning, cuyo largo poema narrativo nos revela a través de doce monólogos la intrincada historia de un crimen, desde el punto de vista del asesino, de su víctima, de los testigos, del abogado defensor, del fiscal, del juez, del mismo Robert Browning”[2]. “La primera traducción al castellano de La cruzada de los niños —utilizada en la edición de Tusquets de 1971— fue efectuada en 1917 por Rafael Cabrera, miembro del célebre grupo mexicano de los Contemporáneos. Igualmente, Jorge Luis Borges prologará la edición argentina de 1949, reconociendo su deuda literaria con Schwob”[3]. Otro es el autor polaco Jerzy Andrzejewski con su libro Las puertas del paraíso.

Las cruzadas dieron comienzo en 1095 y eran expediciones militares realizadas por cristianos de Europa occidental y por petición del Papa Urbano II, cuyo objetivo era liberar a Jerusalén y el Santo Sepulcro, además de otros lugares santos que se encontraban en manos de los musulmanes. Pero también fueron motivadas por los intereses expansionistas de la nobleza feudal, el control del comercio con Asia y el afán hegemónico del papado sobre las monarquías y las iglesias de Oriente. Se llevaron a cabo cuatro cruzadas desde el 12 de noviembre de 1095 hasta 1119 cuando se efectuó la cuarta, aunque los historiadores no se ponen de acuerdo respecto a su finalización, y han propuesto fechas que van desde 1270 hasta incluso 1798.

Entre las cruzadas infantiles se mencionan: La expedición de cruzados infantiles de Borgoña y la cruzada infantil de Alemania. Se cree que quienes incitaron a los niños a las cruzadas fueron frailes capuchinos para que continuasen la obra que, había caído en la desconfianza hacia los cruzados mayores y que solamente un espíritu sano y limpio podría llevar a cabo tal empresa divina: los niños.

Los niños “creían poder atravesar a pie enjuto los mares. ¿No los autorizaban y protegían las palabras del Evangelio Dejad que los niños vengan a mí, y no los impidáis (Lucas 18:16); no había declarado el Señor que basta la fe para mover una montaña (Mateo 17:20)? Esperanzados, ignorantes, felices, se encaminaron a los puertos del Sur. El previsto milagro no aconteció. Dios permitió que la columna francesa fuera secuestrada por traficantes de esclavos y vendida en Egipto; la alemana se perdió y desapareció, devorada por una bárbara geografía y (se conjetura) por pestilencias”[4].

Las historias de Schwob y principalmente Andrzejewski están basadas en las cruzadas que se emprendieron en los territorios de Francia. La de Andrzejewski es una versión más contemporánea sobre esta ingenua leyenda. Las puertas del paraíso fue publicada en 1959, y significó un desafío en su momento ya que rechazaba por completo la estética oficial de Polonia.

Las puertas del paraíso se aleja completamente del estilo simbolista y teosófico de Marcel Schwob, Andrzejewski “logró crear con ese antiguo tema un monólogo de extrema tensión lingüística cuyo núcleo es aún más insondable que el del relato de Schwob”[5]

La única traducción al español de esta maravillosa novela fue realizada por Sergio Pitol, escritor mexicano, que vivió y conoció a Andrzejewski en su país natal Polonia, durante los años de 1963 a 1966.

Para Pitol la novela se compone de dos frases únicas, la primera que consta de ciento cincuenta páginas y la segunda que consta de cinco palabras. En la primera se entretejen las confesiones de los cinco adolescentes de Cloyes; es una parte tormentosa y oscura, un rosario de confesiones complejas que van asombrando al lector a medida que avanza en ese picado mar de palabras. Y la segunda es una sola frase que cierra la novela con la esperanza y la desesperanza de llegar a las puertas de Jerusalén: “Y caminaron toda la noche”[6].

Un gran aporte de los autores del siglo XX a la narrativa universal fue el hecho de crear y concretar a través de sus obras modernas formas narrativas. La obra de Andrzejewski se encuentra inmersa dentro de estas grandes obras innovadoras y perdurables a través del tiempo. “Su hálito poético ha resistido perfectamente al tiempo, y su sentido, a pesar de lo explícitas que parecen las confesiones, parecen ahora aún más enigmáticas”[7].

Esa primera parte a la que se refiere Sergio Pitol, se entreteje a través de un ejercicio reiterativo, es común la repetición del objetivo que se persigue con la cruzada como una obsesión, liberar a Jerusalén de los turcos infieles, atravesar sus muros y rescatar al Santo Sepulcro; además de la repetición de otros párrafos u oraciones claves dentro de la novela. Este carácter de elementos reiterativos, sumado a otros como las palabras iniciales que introducen los monólogos o las voces de los personajes: dijo, pensó.... nos remiten a las características de la literatura de carácter oral. Y es que esta leyenda ha sido transmitida a través de este vehículo.

Hay dos caras dentro de esta historia primera, parecieran dos objetivos completamente diferentes; el centro de la novela se mueve de un lado a otro sin encontrar valga la redundancia su propio centro: Uno es la procesión hacia los muros de Jerusalén y otro son las historias amorosas que cada uno de los adolescentes van expulsando de sus cuerpos como demonios para que el Padre los absuelva y poder continuar en la cruzada. Esta primera parte está presentada como un rosario de palabras donde Andrzejewski no hace concesiones al lector/a debido a que no hay pausas mayores, me refiero a puntos. Solamente hay pausas pequeñas o comas, esta intención estructural también pareciera ser el móvil de la novela; entonces encontramos tres centros que buscan su centro y no logramos al final de la lectura definirlo. Las pausas cortas a través de comas marcan un ritmo y atrapan al lector/a al que solamente le queda continuar leyendo la historia hasta que se acabe la novela y encontrar ese punto y aparte tan deseado. Andrzejewski crea a través de su técnica una tensión lingüística extraordinaria que escruta nuestros limitados conocimientos técnicos narrativos.

La fábula trata de cuatro adolescentes de la aldea de Cloyes que marchan hacia los muros de Jerusalén a liberar al Santo Sepulcro de los turcos infieles, después de que uno de ellos Santiago, el hallado, mejor conocido por sus dotes naturales como Santiago, el bello, tiene una visión en su cabaña donde vive solitario debido a su orfandad. Todos son adolescentes entre 14 y 16 años. Los otros son Maud, la hija del herrero, Roberto el hijo del molinero, Blanca la hija del carpintero y Santiago, que es pastor. Los acompañan Alesio Melisseno, griego de Bizancio, Conde de Chartres y de Bliois. Es importante destacar que los niños de la leyenda de las cruzadas eran menores de 12 años, por lo tanto criaturas inocentes lanzados a una empresa sumamente descabellada. Andrzejewski hace su propia versión en esta novela que aunque nos remita a un hecho posiblemente real nos interna también en la ficción. El verdadero pastor que tuvo la visión o la revelación fue de nombre Esteban quien abandonó el rebaño, corrió al lugar y reunió a todos los niños. Pero no solamente los niños le escucharon, sino también los mayores. En Las puertas del paraíso, Santiago baja a la plaza del pueblo donde suspende una fiesta, el casamiento de la hermana de Maud, y anuncia:

“Dios todopoderoso me ha revelado que frente a la insensible ceguera de los reyes, príncipes y caballeros es necesario que los niños cristianos hagan gracia y caridad a la cuidad de Jerusalén en manos de los turcos infieles, porque por encima de todas las potencias de la tierra y el mar sólo la fe ferviente y la inocencia de los niños puede realizar la más grandes empresas, tener piedad de la Tierra Santa y del Sepulcro solitario de Jesús...”

En esta historia los mayores no están de acuerdo por lo que no se les unen a la cruzada como se supone que sucedió en la realidad. Solamente marcha con ellos a la cabeza un fraile menor quien en un sueño se le reveló que dicha empresa iba a ser un fracaso; en el sueño escucha una voz que le muestra los muros de Jerusalén que no son más que un desierto inanimado y calcinado por el sol. Asimismo se le aparecen dos jóvenes que avanzan solos a través de este desierto, uno de ellos muere, el otro continúa la marcha; en el sueño el padre descubre que ese joven es Santiago, el hallado; el fraile comprende que todos los demás han muerto en la travesía, por lo que decide a través de la confesión saber el origen de todo lo que está sucediendo para comprender el significado y por qué el Señor no lo tomó en cuenta para emprender tal empresa, realiza una confesión general, ausculta el espíritu de los adolescentes para saber si en alguna de ellas se esconde un grave pecado y absolverlo.

“Schwob en La cruzada de los niños presenta de modo sucesivo los monólogos infantiles, y los de algunos personajes que participaron, aunque sea casualmente en aquella empresa inaudita. Andrzejewski, por el contrario, intenta la simultaneidad”[8]. Esta simultaneidad nos permite conocer los pensamientos y acciones ocultas de los cuatro adolescentes, dicha simultaneidad se lleva a cabo a través del ejercicio de la confesión; sin embargo dentro de ésta se van dar paralelamente otras confesiones como la autoconfesión del fraile menor, y aun más intrincado dentro de las confesiones de los personajes de los cuatro jóvenes se van a confesar otros personajes por boca de los primeros, como la del padre adoptivo de Alesio Melisseno, el Conde Ludovico de Vendome, quien se confiesa a través de su hijastro y posteriormente a través de Santiago, el bello.

Pero qué es lo que encierran esas confesiones: pues que el móvil de la cruzada son las pasiones ocultas, el deseo del cuerpo y no la fe, una cuestión de moral. Cada una de las confesiones pasa a formar parte de la anterior, es decir se van entrelazando de una manera que una esclarece o amplía la otra. A medida que avanzan el escritor va dando nuevos elementos que poco a poco se van integrando en un todo complejo. Es una fábula fragmentada pero donde al mismo tiempo se integran el punto de vista del narrador y las voces de los personajes.

El tercer día de las confesiones ha llegado y toca confesar a los cuatro jóvenes: Maud, Blanca, Roberto y Santiago. El fraile percibe grandes pecados detrás de la empresa pero “su larga vida de confesor le ha enseñado que de los sufrimientos, de los infortunios y de la perdición pueden nacer también el deseo de la fe, y que las mismas fuentes envenenadas son capaces de generar un milagro. Y ese milagro no puede ser sino el rescate del Sepulcro de Cristo. Él estará presente en el momento supremo. Siente que su muerte está próxima, pero esa muerte alcanzará una grandeza que su vida jamás ha conocido”[9]. Está dispuesto a absolverlos a todos, pero a medida que avanzan las confesiones su espíritu entra en una disputa moral que lo hace reflexionar sobre la fe y razón. Para Pitol esta “contienda moral constituye la más sólida columna de la novela; sin esta reflexión ética la novela sería de cualquier manera asombrosa, pero correría el riesgo de que la aquejara una situación decorativa y arqueológica”[10].

Son confesados desde los pecados más simples hasta los más complejos moralmente como la relación sexual del Conde Ludovico con su hijastro Alesio Melisseno. A través de las confesiones nos vamos dando cuenta de la vida de cada personaje y cómo se entrelazan unas vidas con otras.

“El final es terrible, el último confesante, Santiago de Cloyes, el iluminado por la gracia de Dios, no puede ser absuelto. Lo que el niño cree ser una iluminación no lo es. El confesor comprende que debe detener esa marcha de la locura, de la inocencia, de las pasiones y la mentira”[11]. Comprende que su sueño solamente fue una premonición y no una señal que lo llevaría ser testigo de una gloriosa empresa. En el fraile se simboliza la razón, pero esa razón será aplastada por lo onírico, la pasión, el deseo y lo irracional de la adolescencia que marchará sobre su cuerpo que ha sido derribado por el brazo de una enorme cruz.

Finalmente aunque el texto no lo anuncie, se vislumbra un final funesto como supuestamente sucedió en la realidad. “Y caminaron toda la noche” nos dice la segunda parte de esta novela, frase única y avasalladora que nos muestra la pérdida total en las tinieblas humanas de estas almas adolescentes, quienes engañadas marcharon hacia las puertas de un paraíso ilusorio.





[2] Prólogo de Jorge Luis Borges a la versión en español de Las Cruzadas de los Niños de Marcel Schwob. Buenos Aires, Argentina. 1949
[4] Prólogo de Jorge Luis Borges  Op.Cit
[5] Pitol, Sergio. Prólogo. Las Puertas del Paraíso. 2da. Ed. Veracruz, México. 1996. P. 22
[6] Andrzejewski, Jerzy. Las Puertas del Paraíso. 2da. Ed. Veracruz, México. 1996. P. 144.
[7] Pitol, Sergio. Op.Cit. P. 24
[8] Pitol, Sergio. Prólogo. Op. Cit. P. 25
[9] Pitol, Sergio. Prólogo. Op. Cit. P. 27
[10] Pitol, Sergio. Prólogo. Op. Cit. P. 28
[11] Pitol, Sergio. Prólogo. Op. Cit. P. 29

jueves, 22 de marzo de 2012

Comentario al libro ¿Cómo es? de Samuel Beckett

Comentario al libro ¿Cómo es? de Samuel Beckett
Revista Universo del Búho No. 80 / Sección Letras, libros y revistas

VER PÁGINA
http://www.reneavilesfabila.com.mx/universodeelbuho/80/80rbecerra.pdf


martes, 20 de marzo de 2012

Para no olvidar: Poemario de Blanca Guifarro


Para no olvidar: Poemario de Blanca Guifarro


“La memoria de los pueblos es un río
donde los recuerdos no se ahogan.”
Blanca Guifarro.

La palabra jamás puede o podrá ser quietud sino persistencia (perseverancia), también cambio, en este sentido la palabra —el lenguaje— es dialéctico. Es movimiento que expresa situaciones, hechos, emociones, pasiones, ira, esperanza, solidaridad, y aunque algunos de estos sustantivos tengan un contenido subjetivo tampoco son inmóviles pues se tuercen y retuercen en nuestro interior y se transforman en acciones, expresiones, en poesía.

Dice Octavio Paz que “…realidad que no habla ni dice no es realidad”. Los seres humanos somos realidad y decimos de manera diferente diversas cosas, del decir al hacer hay un corto camino, en este sentido unos hacemos y otros deshacemos, y en este contraste entre los que construyen y los que destruyen, entre los que asesinan y dan vida, entre los que hacen el mal y los que siembran esperanza, entre los que olvidan y los que luchan para que no se olvide se encuentra la poeta Blanca Guifarro y su nuevo libro de poemas Para no olvidar.
María Inés García Canal en un análisis sobre la obra de Foucault dice que “hablamos y escribimos para no morir: en tanto estemos en relación con el lenguaje, en tanto se hable o se escriba, se está inmerso en la vida. Hablamos y escribimos para sabernos vivos, para enfrentar la muerte”. (García Canal: 2005) El hablar y el escribir se dan en un tiempo y en un espacio determinado, es decir que al hacerlo le estamos robando tiempo a la muerte. Si no escribimos y hablamos imponemos nuestro propio silencio, el silencio de la muerte, pero más que eso nos hacemos cómplices de la misma muerte. Blanca Guifarro no quiere ser cómplice y lo ha demostrado con sus libros Versos en Resistencia y Para no olvidar.
Durante y después del Golpe de Estado de 2009 …el lenguaje se ha convertido en una emergencia inmediata, que como bien expresa Helen Umaña, ampliándolo a toda la expresión artística surgida “es parte del testimonio de lo vivido, que conforman ya un riquísimo e incuestionable testimonio que permitirá conocer, en un inmediato futuro, tanto la magnitud de la perfidia con que se ha actuado en Honduras como la heroica e inesperada respuesta del pueblo hondureño” (Helen Umaña: El arte: reflejo de la vida: 2009).
En nuestro actual contexto el lenguaje es una herramienta de doble filo nos aleja de los que nos hacen daño, de los que manipulan a su antojo las vidas a través de la muerte, pero el otro lado de esta espada funciona como un elemento de cohesión en la lucha de resistencia; nos acerca a los que compartimos: el sufrimiento, el cansancio, el hambre, la represión, la tortura y la muerte.
Para no olvidar, tiende una pared imaginaria —o tal vez no tan imaginaria— entre el lado donde se origina el mal y el lado donde lo padecemos, con la diferencia que en este último lado lo que se dice genera esperanza, acercamiento, solidaridad, etc. El no olvidar se extiende más allá de los cuerpos/víctimas que refiere el libro, Guifarro lo sintetiza en algunos versos del poema Presentación que al mismo tiempo es la presentación de su libro, palabras como pasado/recuerdos/historia/dolor/olvido y no olvido, resumen: que si llegamos a ligar nuestro pasado y este difícil presente podemos construir un futuro/esperanza.
Dice Guifarro:
“…El pasado
es la fuente
que refresca la memoria
recoge
retazos y procesos
escritos con voz
a todo volumen
con palabras atravesadas
por dolor y posibilidad
No olvidar
porque un pueblo
que no conoce su historia
no puede luchar
con conciencia
para revertir opresiones
y ser dueño de su destino…”

La dedicatoria del libro nos acerca y sitúa en el centro donde giran los actores y actoras/víctimas de la represión o de ese lado oscuro, Guifarro las denomina: “voces silenciadas”, “cuerpos sin vida”, “fuegos apagados”, pero que en este lado continúan: “…abonando la tierra, esparciendo semillas y soñando con una Matria-Patria hermosa.” Vemos nuevamente la necesidad del no olvido y la esperanza que nos asiste cuando el dolor nos inunda.

Adentrándonos en el libro las víctimas adquieren nombres: Isis Obed, Wendy, Walter, Renán, Larisa, Vanessa, Teresa de Jesús, Juana Bustillo, Ilse Ivania, Juan A. Sorto, Julián, Nela y Secundino Ruiz. Son nombres reales, personales pero al mismo tiempo representativos-simbólicos, pues sabemos que la lista es mucho más extensa. Son nombres-poemas porque Guifarro no decidió nombrarlos anteponiendo la preposición para, así que podemos hablar del poema Walter, o del poema Wendy.

La mayor parte de estos poemas consciente o inconscientemente de parte de la autora coinciden en su estructura, denotando una oposición: muerte/esperanza:

En el poema Isis Obed, por ejemplo expresa Guifarro:
“…a tus diecinueve
apagaron el sabor
de tu juventud
y esperanza…”

Pero más adelante expresa:
“…tu ida provocará la rebeldía
de quebradas y ríos
y hará de las milpas
frondosas matas
que invadirán los jardines
de otras vidas
y arderán los deseos de justicia
el canto de jilguero alondras
y urracas
volverá a sentirse en cada
anochecer
y arrullará tu sueño
y cuando la conciencia
se pose en cada piel
los caminos abrirán
sus brazos
el fin de una vida
es el principio de muchas…”

En el poema Walter:
“El trece de diciembre
la noche quedó en suspenso
la daga
atravesó tu memoria
y por un instante
borró el sabor de las consignas
la fuerza de tu voz
y la claridad de tus ideas…”

Pero:
“…tu cuerpo murió
para reencarnar
en muchachas y muchachos
en la hierba mojada
y en el ombligo del sol
tu cuerpo sueña
tu cuerpo canta
a Esperanza Andrés Luis
Alicia Juan y Antonio
para continuar el camino
y dar gracias por estar
entre los vivos y vivas
y entre muertas y muertos
que también viven!”


En el poema Larisa:
Me traslado a tu morada
visualizo tu silueta
abriendo la puerta
el impacto
no permitió cerrarla
el tic tac del reloj
paralizó
y en tu cuerpo quedó grabado
los trajines cotidianos
de tu hogar
y la pasión en resistencia
tu ida hiere
tu ausencia
un abismo
nutrido
con amores sembrados
en tus crías
y la María
en el angosto febrero
te despedimos
y con las lluvias de mayo…”

Pero:
“…te esperamos
para que bendigas la tierra
y con tu aliento
provoques frescura
por doquier”


Otros poemas como Renán, Wendy son toda esperanza o el poema Le canto a Juan Sorto:
Le canto a Juan Sorto
“…dejaste
grama verde
nidos de avestruces
y la invitación a No detenernos”

En el poema Julián:
“…les dejo mi sudor
mi conciencia
y mi vidaaaa”

Pareciera que las víctimas se expresan a través de la poeta, pero al mismo la poeta se expresa a través de ellas y ellos atendiendo a un compromiso humano/ideológico para no olvidar/olvidarnos.

Es este un poemario testimonial donde la escritora es conocedora y poseedora de una verdad que debe ponerse por escrito para ser conocida, valorada y no olvidada. Lo que se busca es ser escuchada/o y lo escrito se convierte en denuncia.

Los demás poemas que componen el libro: En el nombre del padre y del hijo, Haití, des-vistiendo la Matria, caprichos oligárquicos, 25 de noviembre, Sombreros mágicos, Valle del Aguán y Yugo de pueblos también son testimonio de dolor. Los poemas: Haití, 25 de noviembre y Yugo de pueblos son textos extra Matria/Patria, trascienden las fronteras hacia la solidaridad, hacia el saberse inmersa/o en un dolor propio dentro de otro dolor que descobija a otros/as y del que no podemos evadirnos porque son los mismos que están de ese lado oscuro los causantes de este dolor.

Dice Guifarro en su poema Yugo de pueblos:
Caras pálidas invaden
diseñan mapas y muros
en cada paso calculado
tiñen de sangre
y destruyen culturas
allí donde huelen dignidad
reciclan su andar
y en su ritmo mediático
hacen de sus embustes
“verdad”

El imperio, es el yugo de los pueblos dignos, el que “hiede/ apesta/ infesta”, el que no descansa “hasta desangrar sueños”. De ahí que el dolor duela, dice Guifarro en Valle del Aguán:
…me duele el dolor
que encarna
en mío mío
sadismo que resbala…”

“…Me duele el dolor
de nuevas vidas
nuevas generaciones…”

“…Me duele el dolor
del valle
fértil de ilusiones
acordonado…”

El no olvidar, el recordar, guardar la memoria como un tesoro, construye y nos construye, a través del lenguaje podemos traer a un presente narrativo hechos del pasado (lejano o mediato) como en este caso a través de la poesía. Solamente a través de la memoria podemos saber quiénes y qué somos, pero también qué seremos, entonces nos dice Guifarro más que no olvidar/tenemos prohibido olvidar.

sábado, 17 de marzo de 2012

Por la sangre de agosto de 1982: Asesinato de cinco estudiantes universitarios


Por la sangre de agosto de 1982:
Asesinato de cinco estudiantes universitarios
Rebeca Becerra Lanza
01 de agosto de 2011

El 4 de agosto de 1981 el Consejo Superior Universitario Centroamericano CSUCA emitió un pronunciamiento como declaración conjunta que reflejaba el pensamiento político de los representantes de la educación superior centroamericana, pero que a la vez se convertía en una declaración antagónica, colectiva y personal frente a los intereses de la política pro-imperialista y guerrerista que acosaba al área Centroamericana durante la década de 1980, denominada en Honduras la década perdida. El documento fue firmado en la ciudad de Tegucigalpa en el marco de la Décimo Tercera Reunión Ordinaria. La declaración fue suscrita por los Rectores/as y Secretarios Generales de las Federaciones del área centroamericana; por Honduras firmaron Juan Almendares Bonilla/Rector y Eduardo Becerra Lanza/Secretario de la FEHU.

El documento hacía ver el repudio a las constantes agresiones y acciones de fuerza extranjera que impedían –y que hoy continúan impidiendo- la liberación de los pueblos centroamericanos y la desestabilización de los gobiernos progresistas de la región. El repudio a la carrera armamentista que imponía el enfrentamiento entre centroamericanos, además de implantar el terror desmeritando la paz y la tranquilidad en el Istmo. Asimismo impulsar un Programa que lograra el objetivo de establecer y reconocer a la región centroamericana como una ZONA DE PAZ. Reconocer el derecho que tienen los pueblos a determinar su propio destino y respetar su soberanía. Entre estos cuatro apartados se propusieron alrededor de 9 puntos, uno de los cuales era apoyar la iniciativa de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) de realizar un encuentro internacional con el propósito de lograr el pronto establecimiento de la región centroamericana como ZONA DE PAZ y que sirviera de ejemplo a otras regiones del mundo, incidiendo en el compromiso que como seres humanos tenemos de buscar día a día la no destrucción de la humanidad.

Esta declaración y las actuaciones de los frentes estudiantiles dentro del Alma Mater, como la del Frente de Reforma Universitaria (FRU), principal fuerza estudiantil dentro de la UNAH en esa década, el cual fue fundado en 1959 con el objetivo de hacerle frente patrióticamente a los desafueros de los partidos tradicionales, liberal y nacional, que a base de fraudes y matanzas se turnaban el poder del Estado, el FRU fue concebido como un frente amplio de fuerzas revolucionarias con posiciones nacionalistas, que a la altura de la década de 1980 era conocido a nivel nacional no sólo por defender los derechos de los estudiantes a nivel universitario y medio, sino por defender los derechos del mismo pueblo hondureño principalmente de aquellos sectores más desposeídos, confirmaron que la UNAH se convirtiera en uno de los objetivos principales para sembrar el terror entre la dirigencia educativa superior que decididos y comprometidos por principios humanos, unionistas y patrióticos representaban una fuerza creciente de oposición ante la política de la Doctrina de la Seguridad Nacional que, a través de Gustavo Alvares Martínez, durante el gobierno liberal de Roberto Suazo Córdoba, quería acallar con asesinatos selectivos todo intento de oposición por la defensa de la democracia.

En este sentido el papel de los líderes estudiantiles dentro de este recinto universitario, saltó la valla a nivel nacional, convirtiéndolos en potentes líderes nacionales opositores. La UNAH se convirtió en un objetivo prioritario de la política de Suazo Córdova, Gustavo Alvares Martínez, la Embajada Norteamericana, la CIA, el Frente Unido Universitario Democrático (FUUD) y la ambición personalista de Oswaldo Ramos Soto que luchaba por alcanzar la Rectoría a como diera lugar, sin olvidar que era el Secretario de la Alianza para el Progreso de Honduras (APROH) organización que financiaba la política de la Doctrina de la Seguridad Nacional, avalada principalmente por la oligarquía hondureña y la Iglesia Católica.

En los meses de abril y mayo de 1982 Oswaldo Ramos Soto y Julio César Valladares Salinas, éste último expresidente de la FEUH, realizaron denuncias sistemáticas en el sentido de que la UNAH se había convertido en santuario de comunistas, en el campo de entrenamiento de guerrilleros y en un gran depósito de armas para suplir a la guerrilla salvadoreña y hondureña. Gustavo Alvares Martínez enloquecido por el poder y el apoyo de Ronald Reagan, le dio amplio crédito a las denuncias de éstos dos asesinos con lo que se autoriza el procedimiento criminal contra la juventud estudiantil hondureña. Meses después Gustavo Alvares Martínez, Oswaldo Ramos Soto y Julio César Valladares Salinas habían madurado el plan macabro para apoderarse de la UNAH que en su primera etapa consistió en organizar una estructura represiva dentro de la máxima casa de estudios con una escuadra de denuncia dentro de las fila del Frente Unido Universitario Democrático (FUUD); formación de un escuadrón de secuestro con elementos del G-2 y la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI); y formación de un cuerpo de eliminación física formado por exguardias somocistas. Toda esta estructura de muerte estaba matriculada como estudiantes universitarios y estaban pagados por el Secretario de APROH, Oswaldo Ramos Soto siguiendo órdenes de Gustavo Alvares Martínez, quien manejaba los fondos de esta organización como Presidente que era.

Los objetivos concebidos para apoderarse de la UNAH y su dirección administrativa fueron detener el proceso electoral garantizado por los estudiantes de la FEUH a practicarse el 18 de agosto de 1982; sembrar una ola de terror armada y anticomunista para desbaratar a todos los grupos estudiantiles oponentes; descabezar el movimiento estudiantil de todos sus líderes; y tomar la dirección de la UNAH a través de un plebiscito para darle a la maniobra criminal y asaltante un tinte democrático objetivo último que no se cumplió.[1]

Antes de los hechos de este agosto sangriento de 1982 donde quedaron sepultadas las vidas de cinco estudiantes universitarios, fue desaparecido y asesinado el 5 de septiembre de 1981 el estudiante Oscar Alexis Colindres y el 12 de setiembre del mismo año el estudiante Ángel Manfredo Velásquez, hermano de la profesora Ilse Velásquez asesinada en el curso de este año en una manifestación del gremio de maestros. En abril de 1982 fueron detenidos y desaparecidos temporalmente Gilda y Suyapa Rivera, Milton y Janeth Jiménez los cuales afortunadamente fueron puestos en libertad pocos días después de su captura. El 22 de julio de 1982 fue detenido el Tesorero de la FEUH, estudiante Juan Ángel Ayes, quien después de 8 días de tortura fue puesto en libertad bajo la amenaza de abandonar el país. Ayes recomendó a sus compañeros estudiantes abandonar la patria porque corrían el peligro de ser asesinados en cualquier momento por órdenes de Gustavo Alvares Martínez y Juan Blas Salazar, Jefe de la Dirección Nacional de Investigación (DNI). Juan Ayes abandonó inmediatamente la ciudad de Tegucigalpa rumbo a México.

Pese a las amenazas a muerte y la persecución política, ninguno de los estudiantes abandonó el país demostrando de esta manera su alta conciencia revolucionaria y su entrega a la lucha por mejorar las condiciones en que vivía la mayor parte del pueblo hondureño. Es así que el 1 de agosto de 1982 fue detenido y desaparecido el Secretario General de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras FEUH, José Eduardo Becerra Lanza. Eduardo fue candidato a la Presidencia de la FEUH en dos ocasiones. Líder estudiantil en los colegios de secundaria y un excelente alumno en la escuela primaria. Al momento de su desaparición Eduardo había comenzado su carrera como docente universitario y cursaba el cuarto año de la carrera de Medicina.

Desde muy joven se destacó por ser justo y valiente, cualidades que lo levantaron como líder del movimiento estudiantil universitario, desde el Movimiento de Bases del Frente de Reforma Universitaria (FRU), pasando como miembro estudiantil del Consejo Universitario, hasta la Secretaría General de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH). En plena ejecución de la Doctrina de Seguridad Nacional, Eduardo expresaba la voz representativa del Alma Máter contra la represión lanzada sobre líderes sociales por tres ejércitos irregulares que operaban en el territorio nacional: el salvadoreño, el contra nicaragüense y el estadounidense. Los jóvenes fueron las primeras víctimas del abuso de autoridad y de poder, entre ellos los estudiantes que encendían la ira de los oficiales militares impulsores del silencio con terror, y de los civiles que caminaban, pensaban y hablaban como ellos.

            Eduardo, que atraía por su inteligencia de alta velocidad, sus palabras ordenadas y pensamiento fresco, innovador y subversivo, era blanco de enemigos situados en la propia Universidad Nacional. Oswaldo Ramos Soto, para entonces candidato a la Rectoría inducido por el General Gustavo Álvarez Martínez, encarnaba al prototipo Salvador de la Patria que acabaría con la amenaza comunista desde la Universidad. Odiaba a Eduardo.[2]

Eduardo antes de su desaparición defendió y denunció abiertamente las violaciones que sobre derechos humanos se estaban cometiendo en el país pronunciándose como Secretario de la FEUH a favor de los detenidos, desaparecidos y asesinados políticos. En 1981 con la llegada de Amnistía Internacional para conocer la situación de los presos políticos en Honduras la FEUH preparó manifestaciones para exigir al gobierno la excarcelación de los presos políticos; como representante de los estudiantes universitarios Eduardo se hizo presente ante la comisión de Amnistía Internacional señalando que para la época habían más de 100 estudiantes detenidos en diferentes cárceles acusados arbitrariamente de realizar actos subversivos.[3] Asimismo emitió pronunciamientos a nombre de la FEUH por la desaparición de Juan Ángel Ayes y Gilda y Suyapa Rivera, Milton y Janeth Jiménez, Juan Ángel Ayes entre otros compatriotas detenidos, desaparecidos.

El 15 de agosto de 1982 fue detenido en Tegucigalpa el estudiante universitario y dirigente sindical Félix Martínez. 13 días después de su arbitraria captura apareció su cuerpo, presentando brutales torturas como quebraduras en las piernas, escoriaciones profundas en sus manos, pies, espalda y costados; presentaba 13 heridas profundas de arma blanca y desfiguramiento de su cara por quebraduras en el cráneo e inflamación del rostro. De su muerte gozaron cobardemente sus enemigos ideológicos que lo entregaron a las bandas somocistas para que lo asesinaran, y los enemigos de izquierda que adversaban su independencia del anarquismo político oportunista, que lo odiaba por su sinceridad de indio revolucionario; se silenciaron cuando su cadáver de “Juan Caite” apareció salvajemente asesinado[4].

El 20 de agosto de 1982 fueron detenidos y desaparecidos los estudiantes universitarios Reinaldo Díaz y Roberto Fino, quienes fueron encontrados muertos en estado de descomposición en las cercanías de Tegucigalpa. Fueron salvajemente asesinados y destrozados sus cadáveres con golpes de hacha.

El 25 de agosto de 1982 fue detenido el estudiante universitario Tomas Aquino, cinco días después fue encontrado su cadáver despedazado por las aves de rapiña cerca de la hacienda y aserradero EL Pino en la vieja carretera que conduce a Olancho. Los girones de su cuerpo fueron identificados porque en su rasgado pantalón colocaron deliberadamente un pedazo de cartulina escrito con su nombre y ocupación de estudiante.

El operativo contra los estudiantes universitarios fue público y orientado a destruir el movimiento estudiantil hondureño; los estudiantes de primera fila fueron diezmados; los líderes estudiantiles de posiciones democráticas fueron perseguidos, desaparecidos y asesinados cobarde e inhumanamente; los intentos de unificación de los frentes estudiantiles se hizo cada vez más difícil; la derecha reorientada y altamente asesorada terminó con sus oponentes y por fin se apoderó de la UNAH desde entonces hasta la fecha.

Como expresa Víctor Manuel Ramos en un artículo publicado en Diario Tiempo el 9 de junio de 1988  titulado La FEUH ha muerto no se equivocó la FEUH murió en la década de los 80`. Dice Ramos: La FEUH ha muerto. Otrora esta organización de estudiantes universitarios, mostró una enorme valentía en la defensa de los sagrados intereses de la nacionalidad hondureña. Ahora es un simple cascaron muerto que lo único que resta es que la sepulten en el basurero de las cosas inservibles.

… La FEUH ha perdido todos sus sentidos ya no palpita su corazón junto con el del pueblo. Ha muerto. Pero por suerte hay todavía en los predios universitarios jóvenes dignos capaces de recoger en sus manos limpias y valientes las banderas de Rubén Merlo, Gerardo Salinas, Eduardo Lanza y otros mártires que entregaron su sangre para dar un vivo ejemplo de la tarea destinada a la intelectualidad universitaria de levantar bien en alto la bandera azul-blanco-azul con sus cinco estrellas, tan alto que el cielo se confunda con ella y con la diafanidad de una Patria justa, digna y libre como la caracterizó el universitario universal de nuestro pueblo, Francisco Morazán en su Manifiesto de David.

La FEUH ha muerto. Pero para suerte de Honduras la juventud sigue aun con vida. Confiemos en que rescatará las banderas de la dignidad y que le veremos pronto marchar dirigiéndose con el resto del pueblo hondureño, la Historia hacia un futuro promisorio”.




[1] Testimonio de un crimen histórico (memorias) Roberto Isauro Becerra Alvarado, padre de José Eduardo Becerra Lanza. S. f.
[2]Ninoska Benítez. Eduardo Becerra Lanza. http://www.cofadeh.org
[3] Comisionado Nacional de Protección de los Derechos Humanos. Los hechos hablan por sí mismos. Informe preliminar sobre los desaparecidos en Honduras 1980-1993. Edit. Guaymuras. Tegucigalpa, Honduras 1994.
[4] Testimonio de un crimen histórico (memorias) Roberto Isauro Becerra Alvarado, padre de José Eduardo Becerra Lanza.