sábado, 20 de marzo de 2021

Publicaciones 2008 Editorial Cultura / Rebeca Becerra Lanza

Publicaciones de 2008 Editorial Cultura / Rebeca Becerra Lanza



Es hasta mediados de siglo XIX que en Honduras se empiezan a evidenciar los primeros intentos que marcarán los inicios de la producción literaria, incentivados por las tendencias de movimientos artístico-literarios universales que, tardía y alternativamente incursionaron en nuestro territorio. Esto referente a la literatura de creación; sin embargo a la par de ésta se gestaba una expresión escrita alejada de cánones artísticos influenciada por corrientes de pensamiento filosófico-político como el iluminismo y el positivismo, que ilumina, valga la redundancia, el quehacer escrito de pensadores hondureños del período independiente y de la reforma liberal de 1821 a 1876 como Francisco Morazán, José Cecilio del Valle, Ramón Rosa y Marco Aurelio Soto.

Lo anterior no indica que la creación esté alejada del pensamiento político o viceversa, es característica de los fundadores de la literatura nacional su imagen polifacética de intelectuales comprometidos política e ideológicamente con la visión de la formación de una nación hondureña; tal es el caso de Marco Aurelio Soto que dio origen a uno, sino el primer, cuento hondureño, Cabañitas. Así podemos mencionar a otros intelectuales como Froylán Turcios, Rafael Heliodoro Valle, Juan Ramón Molina, de los cuales la Editorial Cultura ha realizado algunas publicaciones en años anteriores. Revelador es el libro Obra poética escogida de sus manuscritos (1885-1903) de José Antonio Domínguez, poeta relevante de este período, editado por el Dr. Héctor Leyva, estudioso de la literatura hondureña y centroamericana, una obra que sin duda viene a llenar un hueco en la historia de la literatura hondureña. El libro comprende una selección de poemas inéditos del poeta guardados por sus familiares en tres cuadernos: Flores de un día, Primaverales y Últimos versos, representando cada uno una etapa de su autor; los acompañan un estudio riguroso y descosido sobre la figura de Domínguez como hombre-poeta-político; un estudio que desde diferentes puntos de vista histórico, filosófico, psicológico, etc., ausculta la figura compleja del poeta del cual desconocíamos hasta ahora mucho de sus escritos. Es una excelente fuente referencial pues cita todos los estudios que sobre José Antonio Domínguez y su obra se han realizado hasta ahora y ocupa desde ya un sitial especial en la historia de la literatura hondureña. 

Es indudable que desde mediados del siglo XIX la producción literaria en el país, pese a los innumerables obstáculos que enfrentó y que enfrenta, ha sido continua, en unos géneros más que en otros; además diversificándose con el correr del tiempo, destacando ciertas obras, ciertos autores y/o autoras desconocidas para un público común y quizás por muchos nuevos lectores/as, es el caso de las obras inéditas, u obras  que no han vuelto a ser reeditadas. Durante los siglos XVIII, XIX y XX varios viajeros recorrieron la región centroamericana, por diversas razones ya sea como representantes de cargos diplomáticos o impulsados por el interés científico en la arqueología, la etnología y la historia escribieron sobre Centroamérica y particularmente sobre nuestro país; la mayoría de ellos llegados a la región en el siglo XIX. Dos obras ha rescatado la Editorial Cultura de los aportes de estos viajeros Incidentes de viaje en Centroamérica, Chiapas y Yucatán Tomo I de John Stephen acompañado de los dibujos originales de  Catherwood y Honduras del español Luis Mariñas Otero; textos que deben leerse y analizarse cuidadosamente manteniendo siempre una visión crítica debido a que esta literatura cuenta con sus propias peculiaridades ya que representa una visión particular de la región o del país partiendo de afuera hacia adentro, es decir de un extranjero hacia nuestra historia y nuestra cultura, o viceversa de adentro de la particularidad del autor/a hacia afuera, privando el etnocentrismo. Sin embargo los aportes son sumamente valiosos, pues de no ser por estos espíritus inquietos, datos de nuestra historia y cultura no habrían llegado hasta nosotros. 

Adentrándonos un poco más hacia la literatura contemporánea, literatura de creación, se ha publicado la obra del poeta Nelson Merren, fallecido en el 2007, como un tributo a su aporte a la poesía nacional. Merren es otro de esos espíritus complejos con que cuenta la poesía hondureña, este libro denominado Mundo de cubos aluciendo a su poema denominado de igual manera y que según Helen Umaña:

“constituye una muestra realmente novedosa de la poesía hondureña de ese momento. …Yuxtapone elementos dispares que rompen el ritmo encasillado en moldes tradicionales. Introduce bruscamente el lenguaje cotidiano y términos considerados no poéticos por la retórica usual. Incorpora palabras de otro idioma. Quiebra la sintaxis lógica del discurso y omite algunos signos de puntuación. El poema —dice Helen—ya en su título es un reto”.                         

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

Si bien Mundo de cubos, el poema, representa formalmente ese salto novedoso en la poesía hondureña contemporánea que Nelson Merren y no otros poetas, aportan, es en otros poemas como Los edificios encantados del pozo, El grito, Oda como testamento, Sabor a sombra, Carpe diem, entre otros donde se plasma el Merren interior, la lucha entre el dolor y la vida. Parte valiosa de este libro lo representan las cartas al poeta Oscar Acosta y al poeta José González, que, ayudan, indudablemente a escudriñar en la personalidad u otros rasgos de personalidad del poeta de La Ceiba; también acompañan este libro otros poemas que nos brindan otra faceta completamente alejada de la que nos brinda Calendario negro 1968 y Color de exilio 1970 estos son los poemas que comprenden Mis bichos del año 1967.

Continuando con un recorrido periódico de las publicaciones de la Editorial Cultura para el 2008 nos encontramos con el libro Sueños de Merce de Mercedes Agurcia Membreño, con esta publicación se cumple uno de los objetivos planteados el año pasado, el cual era abrir nuevas colecciones para esta editorial, en este caso se abrió la colección Teatro y cine, quedando pendientes la de literatura infantil y Memoria y testimonio, entre otras. Estos tres géneros son los menos escritos en el país. En el caso de teatro y guiones de cine, cortos, etc., se pretende sistematizar lo que se ha escrito para su constancia y su estudio. Quiero hacer una pausa en esta publicación de Mercedes Agurcia Membreño, la cual ha sido duramente criticada por algunos escritores y para otros representando una obra que poco aporta a nuestra literatura. Es indispensable mencionar que son pocas las mujeres que han incursionado en la escritura como dramaturgas, representando en este caso, Mercedes Agurcia la más prolífica y la más destacada; puedo mencionar a Mimí Figueroa y Magda Alvarado las cuales han escrito obras que se encuentran inéditas; sin embargo es Mercedes Agurcia Membreño la pionera en este género.  En su obra se evidencia la facilidad creativa de pasar del costumbrismo a la fantasía, en esta recopilación se demuestra ese contraste. Cosas del siglo pasado, los personajes atraviesan peripecias sutilmente relacionadas con la situación de inestabilidad política que atravesó nuestro país en el siglo XIX, la cual afectó la tranquilidad de la vida cotidiana. Cosas de siglo pasado, es un recordar para tratar de olvidar; de manera irónica, crítica y humorística, un pasado del cual aún sufrimos las consecuencias. La obra escrita a mediados del siglo XX abre un espacio para que los personajes femeninos sean las protagonistas, víctimas, pero también a través del personaje principal emancipadoras, capaces de romper, de enfrentar y cambiar la realidad; reflejo indudable de los espacios y derechos que la mujer hondureña empezaba a ocupar durante esa época. Las otras obras que conforman este libro son El cazador furtivo, La princesita Flor Azul y El jardín escondido, obras para niños. Todas escritas entre los años setentas. Dentro de esa figura polifacética Mercedes fue pianista y arreglista; la fantasía como género literario de ficción se caracteriza porque utiliza la magia y hechos o personajes sobrenaturales; igualmente como argumento, temática o atmósfera. La fantasía nos permite alejarnos de la realidad y penetrar por puertas que “Merce” supo abrir con su teatro infantil primero en Costa Rica por 18 años y luego en Honduras por 19 años.  Sin embargo la fantasía es también una forma musical que se caracteriza por la libertad de improvisación y capacidad imaginativa, es decir es un juego lúdico que Mercedes también supo integrar a las obras de teatro infantil por su formación musical, de ahí las palabras fantasías musicales, que le permitían la libertad de la improvisación y no cargar con un texto rígido que contuviera la expresividad; lo musical ligado a la danza, al baile y al canto convierte sus obras en espectáculos encadenados con diversas expresiones artísticas. No olvidemos que el teatro puede tomar otras formas como el ballet, el mimo y la pantomima, la ópera, etc. Esto no indica que sus obras infantiles carezcan de una estructura formal y de los principales elementos de un guión teatral. Muchos aspectos se pueden analizar en las obras de “Merce”.

El libro de poesía Animal de memoria del poeta José González, premio nacional de literatura 2008, es un libro que se encontraba encajonado y el cual ha salido a la luz en la Colección Premios, su valor es evidente, pues fue premiado en el Concurso literario centroamericano Juan Ramón Molina del año 1991; no es correcto que libros premiados se oculten en el tiempo, si es un buen libro, no importa cuando se dé a conocer. Animal de memoria es un libro introspectivo de la memoria del animal que fuimos y somos, descripción de la dura supervivencia, del duro crecer del hombre a través de los siglos, evoca los momentos cruciales de la supervivencia y el despertar de la inteligencia; el poeta forma parte del discurso poético, lo que fuimos habla a través de él.

Juan Ramón Molina: Después que muera, es un libro de bolsillo, comprende una selección de verso y prosa del poeta, un libro de lectura rápida, para dar a conocer a los jóvenes la obra del más grande poeta hondureño, su distribución es gratuita en las bibliotecas públicas de la Red Nacional de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes.  

Gracias al apoyo económico del Banco Central de Honduras, gestión del Dr. José Antonio Funes, a su presidente Edwin Araque, se hizo posible la reimpresión de 5 libros: Soñaba el abad de San Pedro de José Cecilio del Valle, Anecdotario hondureño de Froylán Turcios, Lo esencial de Alfonso Guillén Zelaya, Panorama de la poesía hondureña de Oscar Castañeda Batres y El caballero de la revolución: Morazán para principiantes de Baldomero Serrano. 

Según estudios del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe-CERLALC, Honduras y El Salvador son los países de Latinoamérica donde se registran las cifras más bajas en edición y reedición de libros, haciendo énfasis que en Honduras la mayoría son esfuerzos de los mismos autores y autoras. En Honduras las impresiones y reimpresiones de libros de diferentes agentes editores (personas y empresas), anualmente se encuentra entre 250 a 350 títulos, en diversas áreas del conocimiento: literatura, ciencias sociales, folklore, textos educativos, ciencias jurídicas, entre otras. En el 2008 se registraron 354 títulos. En la actualidad la mayoría de las obras de autores–as hondureñas clásicos y claves de la literatura hondureña se encuentren agotados,  dificultando los estudios históricos y análisis literarios, y conduciendo a generar su desconocimiento por parte de la ciudanía hondureña, principalmente de los jóvenes. Puedo aseverar que, de las obras publicadas por autores/autoras nacionales hasta 1970 el 85% están agotadas y solamente el 50% han sido digitalizadas; por la Biblioteca de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y la Biblioteca Nacional Juan Ramón Molina. Muchas habrá que localizarlas, ya que el Fondo Antiguo Hondureño de la Biblioteca Nacional lamentablemente no las posee, por lo que su digitalización tampoco ha sido posible; para, de no ser posible reimprimirlas, ponerlas al servicio de manera digital, para esto se trabaja en el proyecto Biblioteca Virtual Hondureña. Sin embargo es necesario que de instituciones públicas que cuentan con editoriales como la Secretaría de Cultura, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, la Universidad Pedagógica Nacional "Francisco Morazán", el Instituto Hondureño de Antropología, entre otras, se coordinen esfuerzos de coediciones de publicaciones necesarias, baste mencionar que carecemos de obras completas de autoras como Clementina Suárez, poeta renovadora de la poesía hondureña y premio nacional de literatura, o la obra de Arturo Martínez Galindo y Andrés Morris para ejemplificar entorno a la poesía, el relato y el teatro.

 

 


 

 


miércoles, 2 de diciembre de 2020

Roberto Becerra Alvarado: Trazos de su vida por Héctor Longino Becerra Lanza

 

 

 

Fotografía del carnet de la TELA RAILROAD CO.

 Roberto Isauro Becerra Alvarado, nació el 2 de diciembre de 1928 en el municipio de El Rosario, departamento de Copán, casado con Gertrudis Lanza González con quien procrearon seis hijos, José Eduardo, Héctor Longino, María del Rosario, Rebeca Ethel, Nora Liz y Roberto Isauro Becerra Lanza; fueron sus padres Víctor Longino Becerra Valdés originario de León, Guanajuato, México, quien acompañó a mi bisabuelo Jorge Abraham Becerra en el duro trabajo de la minería como barrenador desde muy corta edad, trabajo que lo realizó durante ocho años.

 Víctor Becerra en el año de 1910 se involucra en la revolución mexicana para derrocar al dictador Porfirio Díaz, enlistándose en las filas del General Francisco Villa como soldado de cuadra y ayudante de herrero del ejército de caballería, posteriormente pasa a formar parte de la oficialidad íntima del General Villa reconocida con el nombre de “Los Dorados de Villa”, en esta posición alcanzó el grado de Subteniente.

 Posteriormente fue un heroico milite durante la rebelión popular guatemalteca que derrocó al presidente y dictador de Guatemala Manuel Estrada Cabrera en el mes de abril del año de 1920. Comandando un grupo armado junto a Juan José Arévalo se toman la finca Las Palmas, capturando a Estrada Cabrera junto al poeta José Santos Chocano, por este heroico acto mi abuelo recibe el grado de Mayor del ejército guatemalteco y como recompensa se le asigna la Comandancia de Armas de Escuintla la cual no aceptó. Llega a Honduras y se involucra en las luchas revolucionarias junto a los Generales Gregorio Ferrera y Justo Umaña participando en diversas batallas como la batalla de Las Vueltas.

 La madre de Roberto Becerra fue la señora Sofía Alvarado Tábora de origen hondureño, hija menor del señor Santos Alvarado Dubón uno de los personajes más afamados y potentados, en aquella época, del departamento de Copán; Santos Alvarado Dubón, fue un ferviente nacionalista y apoyaba la causa, que enarbolaba este partido político, mediante aportes económicos de gran cuantía ya que era cultivador de tabaco y encabezaba una importante fábrica de puros, contribución que hacía efectiva al General Tiburcio Carías Andino. Santos Alvarado para educar a sus hijas mandó a traer de Estados Unidos una institutriz llamada Laura Nelson. Mi abuela era una señorita educada en casa que hablaba inglés, tocaba el piano y el armonio.

        Mi padre vivió parte de su infancia rodeado de todo lujo y comodidad, pues cuando mis abuelos contrajeron nupcias en el año de 1924 mi bisabuelo Santos Alvarado heredó a mi abuela Sofía una hacienda de 50 caballerías de tierra con pasturas para ganado; 4 manzanas de caña sembrada, un trapiche para moler caña y hacer dulce, dos yuntas jóvenes de bueyes para arar la tierra y mover el trapiche; 5 manzanas de finca sembradas de toda clase de plátanos, frutas y verduras, 8 mulas nuevas de carga y 4 caballos de montar; 60 cabezas de ganado vacuno de ordeño; 2 sementales de raza; una casa de 4 corredores, cocina, bodega para leña y 6 cuartos, una amplia sala donde mi abuela colocó una tienda; amplios corrales para la crianza de cerdos y graneros para el almacenamiento de las cosechas de granos y dulce de panela. La hacienda la llamaron Pájaros de piedras negras.

        Siendo mi abuelo, Víctor Longino Becerra, un revolucionario por convicción, no tardó mucho en inmiscuirse en las fieras batallas que protagonizaban los nacionalistas y los liberales; mi abuelo, por los principios revolucionarios que sustentaba e inspirado siempre en su fe evangélica cristiana optó por enrolarse inicialmente en el ejército que comandaba el General Gregorio Ferrera quién combatía contra las fuerzas conservadoras dirigidas por Vicente Tosta y el también General Tiburcio Carias Andino.
 

Esta determinación de mi abuelo causó ira y repudio en Santos Alvarado, su suegro, quién sin contemplación alguna dio órdenes a sus seguidores para que capturaran y fusilaran a Víctor Becerra donde lo encontrarán, esta disposición radical de Santos Alvarado puso en la mira de los fusiles conservadores, la humanidad de Víctor Becerra, además, fue el detonante para que mis abuelos, Víctor y Sofía, tomaran la dura decisión de abandonar sus tierras y junto a sus cuatro primeros hijos, Jorge, Moisés, Roberto y Longino Becerra Alvarado trasladarse, un 3 de mayo de 1933, a vivir en la Montaña de Bañaderos en la Sierra de El Merendón dejando abandonada la hacienda Pájaros de Piedras Negras y todas sus comodidades y sus esperanzas.

 De la Montaña de Bañaderos en la Sierra del Merendón, mi ascendencia pasó a vivir a la aldea de El Marañón, luego a la Aldea de El Chorizo en Chamelecón, posteriormente a la ciudad de San Pedro Sula, después al municipio de La Lima y por último de nuevo a la ciudad de San Pedro Sula.

        De 1936 a 1941 mi padre, Roberto Becerra Alvarado, cursa sus estudios primarios en la Escuela Pedro Nufio de la ciudad de San Pedro Sula y fue hasta 1960 cuando pudo, con mucho esfuerzo y dedicación, obtener su título de Bachiller en Ciencias y Letras.

        En el año de 1951 la United Fruit Company despidió miles de trabajadores sin reconocerles ningún derecho social, una de las personas cesanteadas fue mi padre, quien laboró en las bananeras desde los 16 años; para este mismo año decide aventurase en otras tierras y se lanza a la búsqueda de nuevas oportunidades en México y toda Centroamérica, con tan mala suerte que después de vivir por un tiempo en Guatemala y haber conocido y participado en parte del proceso revolucionario que llevaba a cabo el Presiente Jacobo Arbenz Guzmán, regresa derrotado a Honduras, a finales del año de 1953, porque las realidades económicas y sociales de estos pueblos eran similares a las de nuestro país.

   En 1954 toma parte en el movimiento estudiantil de San Pedro Sula cuyo objetivo era impulsar una operación de solidaridad con el gobierno central que defendía el problema limítrofe-fronterizo entre Honduras y Nicaragua, en esta oportunidad y por disposición de la asamblea general de estudiantes celebrada en el Colegio “José Trinidad Reyes” mi padre fue nombrado presidente estudiantil de éste movimiento de solidaridad patriótica.

 En el mismo año de 1954, Roberto Becerra, se incorpora de lleno a la huelga general de los trabajadores de la costa norte de Honduras y por órdenes directas de Cesar Augusto Coto, líder de la huelga, se le asigna la difícil tarea, con la ayuda de 60 compañeros, de tomarse los centros de trabajo de la ciudad de La Lima en el departamento de Cortés. Por esta acción de valentía, mi padre estuvo varios días detenido por instrucciones del tristemente cé
lebre Guayo Galeano.

 Por otra parte, el espíritu rebelde de mi padre, heredado de mi abuelo Víctor Longino, lo lleva a involucrarse en el movimiento armado del cura Ildefonso Orellana y su segundo al mando Miguel Yanez con quienes toma parte en el asalto a Villanueva y Cofradia. Luego por razones de seguridad se refugian por cuatro meses en las montañas del Lago de Yojoa.

Llega a Tegucigalpa con la ilusión de estudiar medicina:

“…llegué a Tegucigalpa con las aspiraciones necesarias para estudiar medicina, me fue imposible hacerlo por falta de un trabajo, sin embargo, hice el examen de admisión y lo aprobé, pero en esta época el cupo para estudiantes de medicina era solamente para 14 aspirantes por lo que fui rechazado, no obstante, me di cuenta que las cupos para estudiar estaban ya distribuidos entre los hijos de los políticos, de los militares y los grandes hombres de negocios, el golpe que recibí no me hizo retroceder en mis aspiraciones de superación… Inmediatamente después de que me negaron la oportunidad de estudiar en la Escuela de Medicina por falta de apoyo político y económico me matriculé en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales.”

 Mi padre se identificó con los ideales del Frente de Reforma Universitaria (FRU). En 1961 junto a 30 compañeros más viaja a la República de Cuba para continuar sus estudios universitarios, sin embargo el curso de la revolución cubana le marca otro destino y junto a 15 compañeros deciden entrenarse militarmente y fundar el Movimiento Revolucionario Francisco Morazán, grupo guerrillero que se volvió protagonista, en la década de los años sesenta, de las luchas políticas y populares que tenían como propósito reivindicar un sistema más justo y humano.

 En 1965 un grupo de militares y agentes de investigación asalta la casa de mi abuelo Víctor Longino Becerra en la ciudad de San Pedro Sula, quien fue agredido y decomisado todos sus escritos, partes de guerra y otros documentos históricos de gran valía; Roberto Becerra es capturado y llevado preso, estuvo un año como desparecido político tiempo durante el cual le aplicaron toda clase de torturas; luego mediante las gestiones de algunos amigos y familiares, las autoridades lo presentaron públicamente, pero lo dejaron preso por un año más hasta lograr su libertad en el año de 1967.

 En 1969, y ante el conflicto bélico entre Honduras y la República de El Salvador mi padre al igual que otros hondureños se enrola como voluntario en el ejército, prestando sus servicios a la patria como enfermero de guerra al lado del doctor Julio Batres, pero además por su experiencia en el uso de las armas, se vio involucrado en los enfrentamientos contra el ejército salvadoreño que pretendía apoderarse de la zona occidental del país.

En noviembre de 1982 después del secuestro y desaparición forzosa, por parte de escuadrones de la muerte, de mi hermano Eduardo Becerra Lanza, mi padre y mi madre fundan a petición del doctor Ramón Custodio y Zenayda Velásquez, quienes convocan, y junto a otras familias, el Comité de Familiares de Detenidos y Desaparecidos en Honduras COFADEH. En la década de los años ochenta nuestra familia se vuelve uno de los objetivos políticos y militares más asediados de los escuadrones de la muerte organizados por el General Gustavo Álvarez Martínez y entrenados por asesores argentinos y la CIA bajo el consentimiento del Gobierno Liberal de Roberto Suazo Córdoba, tan cierto es, que cuando mi padre se disponía a abordar un vuelo de la ciudad de México hacia los Estados Unidos de America, después de participar, dictando una conferencia, en el congreso de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos FEDEFAM, en una operación de la CIA se le intercambia el pasaporte en la recepción de la línea área por lo que tuvo que regresar a Honduras con salvoconducto.

En 1984 mis padres demandan judicialmente a los militares involucrados en los actos de Lesa Humanidad, General Gustavo Álvarez Martínez, Coronel Alexander Hernández Santos, Daniel Balí Castillo, Juan Blas Salazar y otros sicarios; como ellos estaban en el poder, a pesar del derrocamiento de Álvarez Martínez, el juicio fue sobreseído por razones totalmente irrisorias y viciadas.

 Roberto Becerra fue militante de la Alianza Liberal del Pueblo ALIPO y del Movimiento Liberal Revolucionario M-Lider, por consiguiente miembro activo del Partido Liberal de Honduras. Su pensamiento político militar estaba enmarcado en el pensamiento, social, humanitario y solidario de Ernesto Che Guevara y en su estrategia militar de la lucha armada, mi padre se entrevistó con él en La Habana en varias oportunidades a petición del mismo comandante Guevara.

 “Cascabel” como le apodaban a mi padre en los campos bananeros, o “el viejo” en la ciudad de Tegucigalpa, fue un hombre dedicado a combatir la desdicha del obrero y el campesino, terco en luchar contra la miseria, la injusticia, el calvario y toda la explotación sufrida por los hondureños y las hondureñas. Todavía los trabajadores y trabajadoras, recuerdan el momento en el que, Roberto Becerra, les tendió su mano amiga.

 Roberto Becerra fallece en el Instituto Hondureño de Seguridad Social del barrio la Granja de la Ciudad de Comayagüela el 2 de junio del año 2002 a la edad de 74 años; no fueron las razones oscurantistas, conservadoras y serviles que lo derrotaron, fue el séptimo infarto de miocardio, así consta en su expediente médico.


 

domingo, 22 de octubre de 2017

EL ÁRBOL: Un cuento de María Luisa Bombal/Rebeca Becerra



María Luisa Bombal (1910-1980). Escritora y música chilena. Es una narradora poco conocida en Honduras, su obra no excede de dos novelas y tres cuentos; publicaciones de una gran profundidad donde las mujeres son las protagonistas que, a través de la narración suelen escaparse o esconderse de la realidad.

Aborda la condición de la mujer desde lo social-psicológico —apartándose del realismo que privó en su época en la literatura chilena—  desnudando el tema de la soledad femenina. Su obra es reflejo de su tormentosa vida y está compenetrada de la conciencia individual y de una insondable atmósfera poética. Su técnica y propuesta narrativa brindó una idea diferente de lo narrativo anticipándose a la literatura fantástica. Uno de sus cuentos más destacados es El árbol.

El cuento se desarrolla en la estructura de una composición musical. Tres compositores con carácter y estilos completamente diferentes, tres épocas que se suceden: Mozart (1756-1791), Beethoven (1770-1827) y Chopin (1810-1849) van recreando las diferentes etapas de la vida de Brígida, protagonista, una vida sencilla, común e indiferente vista a través de una especie de recuerdo/ensoñación.

Brígida, la menor de seis hermanos, ha sido casada con un amigo de su padre, quien le dobla en edad. Su dormitorio es el espacio narrativo donde confluye pasado y presente, sombras, recuerdos y sueños. Afuera un árbol de gomero no deja contemplar a cabalidad la vida, una vida que se desarrolla dentro de la cotidianidad: una calle que desemboca en un río donde mariposean las voces de los niños, balcones de niquel, ropas colgadas y jaulas con canarios sofocados por el intenso calor. Las ramas golpean la ventana de su dormitorio pero solo las sombras penetran para reflejarse sobre un armario donde guarda su vestimenta. El árbol de gomero encarna la vida, sus ramas en permanente danza pujan por entrar a un espacio dominado por la oscuridad/muerte como la música de Chopín; las hojas revolotean en juego llamando a la ventana de Brígida como las composiciones de Mozart y se sostienen perennes en la fortaleza del tronco como las composiciones beethovianas.

Los cuatro elementos están presentes en el cuento: la tierra que sostiene y alimenta al gomero; pero al mismo tiempo lo ata a un solo lugar. El fuego simbolizado el verano y el ardiente calendario que deja caer sus luminosas páginas; desde esa imagen el tiempo se detiene en el aire y entre el sopor de la habitación. El agua es el río, la lluvia, las lágrimas que derrama la protagonista, los espejos en donde se refleja y el acuario donde vive inmersa la mirada de Brígida. El viento el ente que hace que las hojas visiten su ventana. Símbolos con los cuales María Luisa Bombal crea imágenes sumamente poéticas, que según Seymour Menton caen en un incierto surrealismo que no se concreta, pero además se percibe una influencia simbolista-modernista.

Luis, su esposo, representa la senilidad, la edad que se aproxima a la muerte, la decadencia pero también la dulzura, la comprensión y la paciencia que solamente se gana a través de haber andado por los años. Al contrario, Brígida figura la vida misma, el juego, la inmadurez, la inseguridad de la juventud;  pero también aquella mujer a quien la suerte la relegó al silencio, por eso es un “collar de pájaros”; condenados al silencio, atados a su cuello y a la tierra, sumisos deseando la libertad.

El argumento pareciera remitirnos al siglo XIX o comienzos del XX, una época de mucha influencia de la cultura europea en Latinoamérica. Una familia tradicional donde la importancia del orden de nacer era fundamental para heredar tradiciones, talentos, posiciones y por ende reconocimiento y un buen futuro. La importancia que se le daba a los hijos mayores repercutía en los menores, reflejados en el cuento en la manera de ser y valorarse de la protagonista, prejuicios que no le permiten ver la vida como es, sino a través de una ventana donde el árbol de gomero la obstruye. ¿Quiénes son los culpables del comportamiento de Brígida, su padre o ella misma que se considera menos que sus hermanas porque es diferente y admite el silencio? Al final lo único que le queda es la música que la acompaña mientras ella recuerda a través de la narradora, quien también la juzga a través de lo narrado.